Cómo emocionar a los niños con la música y despertar en ellos el amor por la lírica
En la década de los 90, varias investigaciones y libros de divulgación apuntaban a los efectos beneficiosos que puede provocar en las personas escuchar, ya desde el útero materno, las melodías del compositor Wolfgang Amadeus Mozart.
Sin tratar aquí de profundizar en lo que se denominó el Efecto Mozart, recordaremos que se dijo podía beneficiar a los bebés, incluso haciéndolos más inteligentes. Pero una cosa son los beneficios terapéuticos de la música y otra muy distinta que la música nos haga más inteligentes, lo que nunca se llegó a comprobar científicamente. Lo que sí se evidenció es que los componentes presentes en la música del compositor austriaco ayudan a la concentración, la atención y la memoria, incluso en el proceso de aprendizaje. ¿No habéis comprobado que escuchando música clásica es más fácil desarrollar actividades como la lectura o la escritura, incluso de textos de gran complejidad?
Es bueno que nuestros niños y niñas escuchen música cuanto antes, aprenderán a disfrutar de la audición y quizá se despierte en ellos el deseo de aprender a tocar algún instrumento o de dominar el más natural y maravilloso de los instrumentos, su propia voz. Varios estudios han demostrado que, aparte de las voces de sus progenitores, la música es uno de los mejores canales para conectar con los futuros recién nacidos. Los bebés son capaces de oír a partir de la semana 20 de embarazo; aunque no entiendan las palabras, captan el tono y la musicalidad de las voces como un reflejo de las emociones, empiezan a percibir esos sonidos como familiares, convirtiéndose en referencias tranquilizadoras. Algunos estudios incluso aseguran que los bebés recuerdan las melodías escuchadas dentro del vientre materno durante al menos el primer año de vida, asociándolas a un periodo de sosiego y paz.
Para dormir, las nanas
Es imposible que no impacte en ellos la Nana de Manuel de Falla, interpretada por la mezzosoprano Teresa Berganza, o Lullaby, la canción de cuna de Johannes Brahms. Tampoco deberíamos olvidar en este repertorio el Nocturno No. 2, de Frédéric Chopin, o Para Elisa y el Claro de Luna, de Ludwig van Beethoven. Hay piezas que nos atrapan desde su inicio, son bellísimas y a la vez muy tranquilas, como el Concierto para clarinete, de Mozart, la Suite Orquestal No.3, de Johann Sebastian Bach, el Adagio in G Menor para violín, de Tomaso Albinoni y el Canon en Re mayor, de Johann Pachelbel.
Música también en los momentos creativos
Hay música estimulante para que bebés y niños escuchen en los momentos de vigilia y juego. Para fomentar sus creatividad de los niños en edad escolar, y mientras están dibujando o realizando manualidades en casa, hacedles escuchar a El Cascanueces, de Piotr Ilich Chaikovski, especialmente la Danza del hada de azúcar. Seguramente les encantará la Sinfonía de los juguetes, de Mozart, y la Música acuática, de Georg Friedrich Händel. Sorpréndelos con Las cuatro estaciones, de Antonio Vivaldi, o con el Carnaval de los animales, de Camille Saint-Saens.
Conocer la ópera desde los primeros años
Para iniciar a los niños en el mundo de la ópera, destaca una especialmente compuesta para ellos: El niño y los sortilegios, de Maurice Ravel. Otra obra que Mozart compuso en su juventud atrapará su atención sin duda: Bastián y Bastiana, sobre todo el aria Diggi daggi Shurry Murry. A los niños les gusta especialmente La flauta mágica, de Mozart, y a las niñas suele gustarles mucho el aria de La reina de la noche. La Opera imaginaria, de Gioachino Rossini, es otra opción maravillosa, como lo es el segmento del aria Le veau d’or, de la ópera Fausto, de Charles Gounod. Otras piezas espectaculares para despertar el interés por la música de tu hijo son: Noi siamo zingarelle, perteneciente a La traviata, de Giuseppe Verdi, y el Duo de las flores, de la ópera Lakmé, de Léo Delibes. De nuevo reseñamos a Ravel, esta vez para recomedaros El jardín de las hadas.
No es de extrañar que muchos dibujos animados se ilustren musicalmente con estas composiciones clásicas. Walt Disney fue un genio en el arte de enamorar a los más pequeños con la agilidad y simpatía de sus personajes y las bandas sonoras de sus películas. ¿Os acordáis de la película Fantasía, el aprendiz de brujo? No dejéis de verla en compañía de vuestros hijos.
Música, también española
Y, para terminar, una mención especial a la zarzuela, el género lírico español que también tiene un espacio para los más pequeños de la casa. Por ejemplo, durante mucho tiempo, fue tradición en Navidad la representación en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, especialmente para el público infantil, de la novela cómico-lírico-dramática Los sobrinos del capitán Grant. Basada en la novela de Julio Verne, su libreto es de Miguel Ramos Carrión y la música del maestro Manuel Fernández. Os dejamos disfrutar con este aperitivo musical, para muy pronto sorprender a vuestros hijos con otra selección de obras con las que esperamos lleguen a enamorarse de la música lírica, también de la española.