Para lograr la atención personalizada que en el Colegio CEU San Pablo Montepríncipe ofrecemos a nuestros alumnos, es imprescindible atender sus intereses, preocupaciones y gustos personales, así como fomentar las metodologías activas, el empleo de nuevas tecnologías y el trabajo colaborativo, generando un ambiente de compromiso, atención y motivación en el aula. Todo alineado hacia uno de los mayores retos del educador: alimentar y canalizar la motivación de los estudiantes, despertando su interés por aprender y por participar en clase.
Una forma eficaz de conseguir que mejoren su rendimiento es propiciar una cierta competencia entre los alumnos. Una práctica que encontramos en metodologías como la gamificación. Pero, para que la competitividad sea saludable, hay que huir de los extremos. Desterrar el concepto de ganar o perder, que puede generar inseguridad y estrés. La meta es animarles a asumir los retos y ayudarles a conseguir sus propósitos, confiando en sus capacidades y en las de los demás, respetándolos siempre.
Para ello, es fundamental la adecuación a cada momento del desarrollo, puesto que exigir por encima de su momento natural de crecimiento puede derivar en frustración.
No hay que perder de vista que la competencia sana debe encontrar el equilibrio y apuntar a una evolución razonable, porque si deriva en una competencia dura el ambiente en el aula se puede volver negativo y frustrante. Por contra, la competitividad sana es beneficiosa:
Es clave que nuestros hijos conozcan sus límites y los padres son el mejor ejemplo para que entiendan que no se puede destacar en todo, que el esfuerzo siempre tiene recompensa y que se puede disfrutar pese a no ganar. Hay otras metas muy satisfactorias como la generosidad, el reconocimiento hacia los demás y el trabajo en equipo.