La importancia de aprender a gestionar la frustración
La frustración, íntimamente ligada a la impotencia y a la rabia, es una emoción compleja. Es natural sentirla en distintos momentos de nuestras vidas: las expectativas incumplidas, la contrariedad… por eso, saber gestionarla es clave para que nuestros niños y niñas se desarrollen emocionalmente de manera equilibrada.
En las aulas de nuestro Colegio CEU San Pablo Montepríncipe queremos que nuestros estudiantes crezcan en competencias y habilidades, pero también en inteligencia emocional, una herramienta fundamental para su éxito personal, académico y profesional.
Una clave para manejar la frustración: la empatía
Con el objetivo de redirigir la frustración a un resultado positivo, nuestro equipo docente se esfuerza para que el alumnado desarrolle estrategias para gestionar correctamente la frustración. Así, se encargan de explicar en qué consiste este proceso y sus fases para que después, ellos mismos aprendan a marcarse metas alcanzables y realistas, así como a planificar otras alternativas por si no sucede la evolución esperada de los acontecimientos.
De esta manera, adquieren la capacidad de identificar la frustración y las otras emociones que la acompañan, que pueden ir desde la tristeza hasta la impotencia o la rabia. Es fundamental que sean capaces de rebajar la tensión y la intensidad de esas emociones para alcanzar la calma, que será el momento de analizar y buscar las soluciones posteriores.
Asimismo, cuando estas situaciones interfieren en la relación con los demás, es básico poner sobre la mesa la empatía y la cooperación. Ante una situación que genera frustración en el aula, es muy importante que los alumnos sean capaces de ponerse en el lugar de sus compañeros. Así, podrán entender sus puntos de vista y reflexionar, alcanzando una solución satisfactoria para todos.
A lo largo de todo este proceso, el profesorado debe emplear siempre un lenguaje positivo. De esta forma, los estudiantes se enfrentarán con optimismo a las situaciones, verán la parte buena y seguirán intentándolo en lugar de abandonar.
Tolerar la frustración
La tolerancia a la frustración es un aprendizaje que debe darse a partes iguales en casa y en el centro escolar. De esta manera, los estudiantes aprenderán desde los primeros años a reconocer sus límites y también los de los demás.
Asimismo, sabrán encajar los “noes”, pues un exceso de permisividad y la sobre protección serán contraproducentes y, a la larga, generarán adultos que se frustren cuando no puedan satisfacer de forma inmediata sus deseos. Es aquí donde entran en juego el auto control y la voluntad, así como saber esperar y aceptar las cosas sin reaccionar de forma negativa.
Este aprendizaje tan importante para la vida, debe gestionarse de forma positiva y cariñosa por parte de familias y profesores.